La semana pasada comenzamos esta nueva serie, en la que hablábamos como primer punto: escoger bien que batallas pelear. Y aprendimos que hay situaciones que no dependen de nosotras, y pelear casi contra la corriente nos termina cansando y desgastando emocionalmente. Por lo que, es necesario saber identificar las peleas que debemos dar batalla, siempre de la mano de nuestro poderoso Dios. En esta nueva semana trataremos el tema de ¿Por qué vale la pena pelear?
Memoriza la palabra de Dios – 1 Timoteo 6:12 (DHH)
Pelea la buena batalla de la fe; no dejes escapar la vida eterna, pues para eso te llamó Dios y por eso hiciste una buena declaración de tu fe delante de muchos testigos.
Adora al Señor
Déjese ministrar por esta alabanza.
Medita en el tema de hoy: ¿Por qué vale la pena pelear?
Muchas veces nos vemos peleando hasta con nosotras mismas, queriendo hacer lo que nos parece conveniente y el resultado final es una mezcla de emociones negativas que afectan nuestro día a día. Es por eso que hoy vamos hablar de cuatro puntos importantes, en los que el centro principal es por lo que vale la pena pelar, por lo que Dios quiere que demos batalla y salgamos victoriosos.
Lo primero, es que debemos pelear por hacer la voluntad de Dios. Y si bien es cierto, tenemos nuestros propios pensamientos, nuestros propósitos personales, es necesario que hagamos la voluntad de nuestro padre en las circunstancias que vivimos. Aunque nos parezca que estamos teniendo muchas dificultadas y fracasos, no pelees por evitarlos, puede que estés en la puerta de la victoria, y que ello también forma parte de la guerra que te llevará victoriosa.
Piensa en que toda circunstancia en la vida de un hijo de Dios puede ser un lugar de bendición, si con humildad lo entregamos o confiamos a Dios y dependemos nada más que de Él. Y esto en la Biblia lo podemos ver en la historia de Pablo en la cárcel, Esteban apedreado, Jesús desde la cruz, Ester en el destierro.
Como segundo punto, siempre busca dar pelea por tus hijos, por tu familia y por ti misma. No te desanimes fácilmente, no desistas antes de ver la gloria de Dios. Pero recuerda no pelear bajo tus propias fuerzas, sino que debes luchar bajo la dirección de Dios y ser obediente. Porque aun en relación a tu familia, hay batallas que son de ellos con Dios y no debes entrometerte; y hay otras en las que eres clave. No hay una regla fija, tendrás que buscar la dirección del Señor en todo tiempo.
¿Está lista para correr una nueva carrera? Esfuérzate para llegar a la meta de Dios para ti. Pelea por cambiar y ser más como El planeo que fueras y hacer las obras que Él preparó de antemano que hicieras. No olvidemos que Dios tiene un plan perfecto para cada una de nosotras, y lo ideal es que busques siempre cuál es ese propósito para el que fuiste creada, ya que en ese propósito encontrarás la libertad que el Señor quiere para tu vida.
Y por último, pero no menos importante, pelea por seguir confiando. Aún ante los retos más grandes, aunque sea difícil, se fiel y persiste en tu amor por Dios.
Reflexionemos:
- ¿Estoy peleando por lo que realmente debo dar batalla?
- ¿Busco hacer la voluntad de Dios siempre?
- ¿Cómo está mi confianza en Dios en los momentos difíciles?
Oremos juntas:
Señor, reconozco que muchas veces lucho en mis propias fuerzas, pero gracias por siempre estar a mi lado y por sostenerme cuando siento que todo está perdido. Quiero entregarte todas mis batallas, desde la más sencilla hasta la más dura, sé tú haciéndote cargo de mis circunstancias; y enséñame cada día a seguir ese plan que tú tienes para mi vida. Todo lo entrego en el nombre de tu hijo Jesús, amén.