Enfrenta a tus verdaderos enemigos

Como hemos visto, pelear hasta la victoria encierra una serie de pasos a seguir, la semana pasada vimos que es necesario saber escoger las batallas, para así evitar luchar por cosas innecesarias o que no dependen de nosotros; en esta ocasión conoceremos quienes son los verdaderos enemigos y cómo hacerles frente.

Memoriza la palabra de Dios – Deuteronomio 11: 26-27 (DHH)

En este día les doy a elegir entre bendición y maldición. Bendición, si obedecen los mandamientos del Señor su Dios, que hoy les he ordenado.

Adora al Señor

Déjese ministrar por esta alabanza.

Medita en el tema de hoy: Enfrenta a tus verdaderos enemigos

Como hijas de Dios, sabemos que nuestras luchas no son contra sangre y carne, sino que nuestro mayor enemigo puede estar alrededor, en nuestra mente y corazón. En Deuteronomio 11: 22-27 NTV dice: Asegúrate de obedecer todos los mandatos que te entrego. Demuéstrale amor al Señor tu Dios andando en sus caminos y aferrándote a él. Entonces el Señor expulsará a todas esas naciones de tu paso y, aunque ellas son más grandes y más fuertes que tú, tomarás posesión de esa tierra. Todo lugar que pises con la planta de tus pies será tuyo. Tus fronteras se extenderán… nadie podrá hacerte frente, porque el Señor tu Dios hará que los habitantes te teman y se espanten, tal como lo prometió. Escucha bien: ¡hoy te doy a elegir entre una bendición y una maldición! Recibirás bendición si obedeces los mandatos del Señor tu Dios que te entrego hoy;”.

Si desglosamos lo que dice este fragmento, lo primero es que debemos amar y obedecer al Señor nuestro Dios sobre todas las cosas. ¿Quién es nuestro verdadero enemigo? Sí, Satanás es quien desea vernos derrotadas, hundidas y sin fuerzas. Y debemos reconocer que no podremos con nuestra propia carne hacerle frente para derrotarlo, quien nos ha el poder y potestad para esto, es Dios. Por eso, cuando nos aferramos al Padre, podremos ganar la batalla.

Si peleamos contra las pasiones, debilidades y rebeldías, nos conquistamos a sí misma, y nos rendimos en amor a Dios; entonces El peleará por nosotras contra satanás y sus huestes y ellos tendrán que huir vencidos.

Por otra parte, temer a Dios es lo contrario a la obstinación por hacer lo que se quiere, es obedecer a Dios en aquello que no deseas y en lo que todos dicen que te pertenece; es confiar en Él a pesar de que no veas con claridad hacia dónde vas. Esta decisión nos capacita para enfrentar triunfantes a nuestros enemigos.

¡Qué felices son los que temen al Señor y se deleitan en obedecer sus mandatos! Sus hijos tendrán éxito en todas partes; toda una generación de justos será bendecida. Ellos mismos serán ricos, y sus buenas acciones durarán para siempre. La luz brilla en la oscuridad para los justos; son generosos, compasivos y rectos. A estas personas no las vencerá el mal; a los rectos se los recordará por mucho tiempo. Ellos no tienen miedo de malas noticias; confían plenamente en que el Señor los cuidará. Tienen confianza y viven sin temor, y pueden enfrentar triunfantes a sus enemigos. Salmos 112:1-4, 6-9 NTV

La respuesta es sencilla, Dios es el único que puede librarte de las batallas, es quien pelea por ti y quien te dará la victoria.

Reflexionemos:

  • ¿Estoy peleando con mis propias fuerzas o estoy dejando que Dios pelee por mí?
  • ¿Soy obediente y sigo los mandatos de Dios?

Oremos juntas:

Padre amado, que confortante es saber que no estoy sola para luchar contra mis enemigos. Quiero cada día obedecerte más y seguir tus caminos, enséñame a que mi confianza en ti crezca. Te entrego mis luchas, mis miedos y mis batallas, para que seas tú dándome la fuerza, valentía y poder para ir contra ellas. Todo lo pongo en tu nombre, amén.

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